Durante décadas biólogas y biólogos marinos se han interesado por entender el origen de la biodiversidad de nuestras costas, para ello, especies como las lapas, que cuentan con una fase adulta poco móvil y una fase de larva donde viajan grandes distancias, nos permiten ahondar en si las características topográficas y oceanográficas son determinantes en su distribución y diversidad genética, y sí, además, son actores importantes en los procesos que determinan la biodiversidad. Lívia Peluso, estudiante del Doctorado en Ciencias, mención Ecología y Evolución, investigó a estos moluscos chilenos y publicó los resultados en la revista científica “Molecular Ecology”.
Entender cómo los factores oceanográficos dan forma a la biodiversidad marina, fue el objetivo principal de la investigación titulada “Genética comparativa de poblaciones de lapas en una zona de transición biogeográfica revela patrones comunes de estructura genética e historia demográfica”, liderado por Lívia Peluso, estudiante del Doctorado en Ciencias, mención Ecología y Evolución de la Facultad de Ciencias de la Universidad Austral de Chile (UACh).
El estudio, publicado en la revista científica “Molecular Ecology”, se enfocó en evaluar comparativamente la genética poblacional y demografía histórica de cuatro especies de lapas del género Scurria: Scurria scurra, Scurria variabilis, Scurria ceciliana y Scurria araucana. Según lo explicado en el texto, la distribución de la diversidad genética está estrechamente asociada a transiciones actuales, pero también, a cambios ambientales que afectaron en el pasado en nuestro litoral.
En este contexto, el estudio logró asociar ciertos elementos de la topografía y los procesos oceanográficos que configuran los paisajes marinos a la distribución actual de la diversidad genética en esta especie. Actualmente, en Chile los estudios comparativos de genética de poblaciones son escasos, dificultando la comprensión de cómo los procesos evolutivos dan forma a diversidad de organismos que existen hoy en día en nuestras costas.
Genética y geografía
Para evaluar los patrones de diferenciación genética se utilizó tecnología de punta en secuenciación y bioinformática lo cual permitió a las y los investigadores observar decenas de miles de genes a la vez. Asimismo, se realizaron varios análisis de correlación estadística para describir la configuración espacial de la diversidad genética e inferir el rol del ambiente en esta distribución.
Los resultados obtenidos indicaron que existen zonas en la costa donde hay “saltos” o quiebres en la distribución de los genes de estas especies. Esos “saltos” indican que algo en el ambiente impide que las larvas de lapas pasen de un lado a otro de dichos quiebres territoriales. A esto se suma, además, que se trata de sitios comunes a varias especies, lo que corrobora que las diferencias ambientales que existen entre estas regiones afectan la forma en que muchas especies se distribuyen.
“Los saltos genéticos compartidos pueden vincularse a la estabilidad histórica del clima y a características oceanográficas que actúan como barreras blandas a la dispersión, evidenciando la necesidad de comparar especies múltiples y que habitan la misma área geográfica para comprender la influencia de un paisaje marino particular en la diversidad genética”, indicó Lívia Peluso.
Del mismo modo, agregó que, si bien no era el objetivo de este estudio, también se hallaron diferencias en la distribución de algunas de las especies con respecto a lo que se tenía reportado previamente en la literatura, lo cual revela una importante variabilidad fenotípica en las conchas entre especies.
“También, los resultados arrojaron una segregación latitudinal clara y previamente desconocida, donde S. variabilis solo se observó en sitios al norte de 34° S (Navidad, Región O’Higgins); S. araucana se encontró solo al norte de 36° S (Concepción, Región del Biobío.); mientras que S. ceciliana solo fue ubicada en sitios al sur de 36° S”, agregó la investigadora.
Participaron también de este estudio los académicos Bernardo Broitman; Marco Lardies; Roberto F. Nespolo; y Pablo Saenz-Agudelo, este último director del Magíster en Ciencias, mención Genética, de la Facultad de Ciencias UACh.
Según lo señalado por el académico, es fundamental recordar lo que decía el biólogo Jacques Cousteau, “no se puede proteger lo que no conocemos”, esto para enfatizar que los estudios básicos son muy importantes.
“Todos los ecosistemas son extremadamente complejos y entender la evolución de las especies que los conforman es parte del entendimiento de cómo funcionan. Imaginen como sería tratar de reparar un avión si los ingenieros encargados no conocieran la función y la posición de cada una de las piezas que lo conforman, lo más probable es que ese avión no funcionaría bien. Lo mismo ocurre en los ecosistemas, pero con un nivel de complejidad mucho mayor. Solo descifrando su funcionamiento básico podemos entenderlos y solo entendiéndolos podemos conservarlo y manejarlos efectivamente”, señaló el Dr. Pablo Saenz-Agudelo.
Finalmente, cabe mencionar que el artículo completo se encuentra disponible directamente en el sitio web de la revista científica «Molecular Ecology»: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/mec.16978